lunes, 16 de julio de 2012



Árboles con historia - Palmera de Avellaneda:
Si bien las palmeras no son árboles, el caso de la Palmera de Avellaneda merece ser incluída por lo interesante de su historia y por la pasión que sentía por las plantas y los árboles quien la plantó.

Nicolás Avellaneda nació en Tucumán en 1836 y murió en 1885. Fue Presidente de la Nación Argentina en el período de 1874 a 1880. Se complacía de tener una gran variedad de plantas en el jardín de su casa de Buenos Aires; entre ellas había una palmera datilera (Phoenix dactylifera).
Cuando el tucumano contrajo la enfermedad que lo llevaría a la tumba, el doctor Guillermo Rawson aconsejó que se retirase la palmera, para permitir que la luz del sol entrase en su dormitorio. Su esposa, doña Carmen Nóbrega de Avellaneda, estaba dispuesta a llevar a cabo la sugerencia del médico pero el enfermo se negaba aduciendo que un árbol era vida.

Finalmente el problema fue resuelto por el Intendente de Buenos Aires, don Torcuato de Alvear, en forma genial y expeditiva. Se presentó un día en la casa de Avellaneda, acompañado por una cuadrilla de peones municipales, y dirigió en persona la extracción de la palmera y su trasplante en los jardines que se estaban formando en La Recoleta.
Poco después, Avellaneda partió a Europa, en busca de una curación que no pudo lograr. Desde allí, sus cartas a don Torcuato ponderaban la maravilla de la vegetación de París. "Usted es, entre nosotros, el introductor del jardín público, el autor de las vastas plazas para dar órganos respiratorios a la ciudad. Persista en su tarea de vida y salvará muchas generaciones".

La palmera siguió en La Recoleta largos años hasta el emplazamiento de la estatua del prócer Carlos María de Alvear y de la nueva avenida en 1924, cuando determinaron lamentablemente que ésta fuera talada.